Hace un par de temporadas se valoró ampliar el calendario progresivamente hasta llegar incluso a las 30 carreras. La lista de espera de candidatos a albergar Grandes Premios no dejaba de crecer y ni siquiera el significativo aumento de las tarifas frenaba el interés. Pero los equipos se plantaron. La fuerza laboral con más de 200 días al año fuera de casa ya estaba al límite a nivel mental y familiar. Fue así como se alcanzó el pacto de un máximo de 24 carreras anuales.
Si del promotor Liberty Media dependiera, el calendario aumentaría. Su CEO, Stefano Domenicali, admite que 24 Grandes Premios es sostenible a nivel deportivo. Con la boca pequeña también lo cree a nivel comercial, porque de sus palabras se deducen inquietudes reales sobre la Fórmula 1 y su exposición. "Estamos en un mundo donde el contenido es muy importante para ser atractivo o relevante. Generar contenido, ser atractivo con solo 24 carreras, es una tarea enorme" enfatizó el directivo italiano
Domenicali comparó la exposición permanente que tiene, por ejemplo, el fútbol o los 165 partidos del beisbol. Contado así puede sonar una desventaja, pero la argumentación tiene matices. Salvo MotoGP, los grandes deportes contra los que compite la Fórmula 1 no son ligas globales. El fútbol será el gran coloso global, pero está fragmentado en ligas locales o competiciones continentales. Ya quisiera la FIFA tener una Superliga que abarcara los cinco continentes, como hace la Fórmula 1.
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La clave de permanente ansia de generar más y más ingresos es que Liberty Media es una compañía que opera en bolsa, Como tal, el dichoso 'valor del accionista', obliga a ganar más y más dinero en un círculo vicioso sin fin. No es que Bernie Ecclestone no quisiera ganar dinero, pero a diferencia de Liberty Media, él no tenía que estar mirando a cada minuto la evolución de la acción en el Nasdaq. Crecer a cualquier precio puede a futuro tener consecuencias desastrosas.
Ni Fútbol ni la NASCAR
En algún momento también se comparó con el campeonato norteamericano NASCAR, cuyo calendario se compone de nada menos que de treinta carreras. El certamen estadounidense gana a la Fórmula 1 en espectadores en vivo, pero como dijera en su día el legendario Lee Iacocca a Henry Ford, 'Nascar es regional'. Por grande que sea el país, a nivel logístico y personal todo es mucho más asumible que en la Fórmula 1. Habrá quizá alguna enseñanza de marketing de la que aprender de ellos, pero poco más.
El ansia de innovar y de crear cosas nuevas está muy bien, pero hay que tener cuidado en no desnaturalizar la esencia de un producto. Las carreras al esprint, por ejemplo, han funcionado mucho mejor en MotoGP que en Fórmula 1. Es un error creer que lo que funciona en un sitio invariablemente va a funcionar en otro. Cabe decir lo mismo con la disparatada idea de introducir carreras con parrillas invertidas, con el argumento de que ya se hace en la Fórmula 3 y la Fórmula 2.
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Mikel Felipe Melgar
En un campeonato promocional pueden falsearse los méritos de los pilotos en áreas de mejorar su formación, pero la Fórmula 1 no es territorio ni para formar, ni para admitir cualquier cosa por aquello del espectáculo. Las parrillas invertidas estarían muy bien en algunas carreras si se quiere hacer un experimento. Sería aceptable este formato de premiarse los resultados con dinero o algún tipo de distinción, pero nunca con puntos susceptibles de ser contabilizados en el mundial.
Domenicali sigue erre que erre con la idea de carreras con parrillas invertidas, pero aquí sí debería compararse con el futbol. Desde hace muchos años, en todas las ligas importantes está prohibido que los equipos filiales compitan en la misma categoría de los titulares. Es obvio que se altera la igualdad en un campeonato. Mientras Red Bull tenga dos equipos en pista y haya escuderías como Haas con vínculos más que obvios con Ferrari, la idea es inviable si implica suma de puntos para el campeonato.
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— Saul (@saul_e_1) May 5, 2025
No vale todo
Si ya está muy cogida por los pelos la situación en carreras normales, qué decir ya en situaciones donde las remontadas no son aleatorias sino forzadas. Nos hemos hartado de ver a los pilotos del equipo filial de Red Bull poner una alfombra roja cuando tenían detrás a Max Verstappen o en su día a Sebastian Vettel.
Al final, hay que tener cuidado con el prodigioso crecimiento de la Fórmula 1 en el último lustro. Se corre el riesgo de morir de éxito. Es un caso visto una y mil veces que, embriagados por la espiral de crecimiento, los gestores ni consolidan cimientos ni crean provisiones para cuando vengan tiempos difíciles. Porque tarde o temprano siempre llegan. Por muy bien que gestiones, factores externos como un conflicto militar o crisis económicas de un día para otro cambian el escenario de forma radical.
Es obligado observar lo que hacen tus rivales, aunque también estar muy pendiente de las tendencias de entretenimiento para no perder oportunidades. Pero nunca se debe perder la esencia de lo que ha hecho diferente a lo largo de 70 años. No eres ni MotoGP, ni la NASCAR, ni el futbol. Eres la Fórmula 1, y si por perseguir otros tesoros descuidas el tuyo, corres el riesgo de un día perderlo.
Hace un par de temporadas se valoró ampliar el calendario progresivamente hasta llegar incluso a las 30 carreras. La lista de espera de candidatos a albergar Grandes Premios no dejaba de crecer y ni siquiera el significativo aumento de las tarifas frenaba el interés. Pero los equipos se plantaron. La fuerza laboral con más de 200 días al año fuera de casa ya estaba al límite a nivel mental y familiar. Fue así como se alcanzó el pacto de un máximo de 24 carreras anuales.